PEDRADAS QUE DUELEN

PEDRADAS QUE DUELEN

Más de una vez hemos comido lentejas con alguna piedra escondida, se detecta por el chasquido en los dientes. Cuando esto pasa no es elegante echar una bronca al familiar o profesional que guisó las lentejas, simplemente no se traga, la ponemos a un lado y luego seguimos comiendo como si no hubiese ocurrido. Esto es elegante porque quien cocinó no vio la piedra y por tanto no había intencionalidad.

Más de una vez habremos topado con piedras u obstáculos en el camino. No tragarse esas situaciones es lo más saludable, quizá se formó en el pasado y ahí estábamos. Decía Buda: “Nuestras buenas y nuestras malas acciones nos siguen casi como una sombra”.

Por puro principio de salud, debemos apartar los obstáculos de nuestro camino o bien con habilidad se rodean. Tragarlos sería perjudicial y llevaría mucho tiempo digerir y excretar. Los momentos duros no conviene tragarlos ni interesa acostumbrarnos a ingerirlos. No hacemos una historia mental sobre esto, es mejor que con simple naturalidad los dejemos a un lado.  Algunas veces la pedrada que se recibe va directa al corazón, se recibe un ataque intencionado o por mera enfermedad adversa y toca la fibra sensible, ya sea por un inocente ser tan amado que resulta doloroso separarnos.

En el trabajo aparecen obstáculos con mucha frecuencia, saber manejar la situación evitará mucho estrés. En la casa podemos chocarnos con piedras nuestras o que vienen de algún familiar. En la calle podemos encontrarnos de todo, desde situaciones horriblemente feas hasta respuestas hirientes y malintencionadas. Hay quienes después de muchos años de vida llegan a conocer las artimañas de esos demonios que actúan dentro de los seres humanos. Estas situaciones donde diste confianza y se recibió engaño son difíciles de digerir y se piensa en cómo los seres humanos podemos llegar a convertirnos en seres endemoniados, como auténticos monstruos.

Nada camina por sí solo en el universo, hay enlazamientos, hechos entrelazados que vienen del pasado y aparecen a la vuelta de la esquina.

La Conciencia es todo lo que existe. Hay diferentes niveles de consciencia como hay diferentes formas de entender la vida y formas diferentes de hacer las cosas.

Actuar con naturalidad e indiferencia vuelve a ser muy útil.

Cada día se mueven millones de ‘paquetes’ que contienen muchas ‘piedras’ y esas que hacen daño deberían ser rechazadas o disponer de un mecanismo automático fisiológico de rechazo, como un perfecto sistema inmune. Nada qué inventar, la inmunología es un sistema perfecto y un regalo del cielo.

Una mala costumbre es investigar por qué nos llegaron las piedras dañinas. Por supuesto no hay que discutir ni entretenerse con los portadores de esos indeseables regalitos.  

Enfrentarse a los obstáculos y chocar cabeza con cabeza es poco saludable, siempre nos perjudica. Pero ¿qué pasa si se sabe rechazar? Muy sencillo, el portador que nos quería dar ese regalito se lo lleva de vuelta, y además carga con más ‘piedrecitas’ que aún quedan en el umbral de nuestra morada. De alguna forma el agitador y provocador se lleva lo que trae y además se le pegarán restos que nos rodeen. El agitador vino como un mensajero de algo que no aceptamos y además se convierte en un barrendero que se lleva basuras que rondan fuera de nuestra morada. Por eso no es bueno ese oficio de agitador, de ser persona portadora de problemas y obstáculos, que cuyo fin es dañar.

Ayer, un grupo de jóvenes cruzaban a mi lado por un paso de peatones. Llevaban una acalorada discusión con una voz cantante de la chica mayor que mostraba su desagrado, odio e intencionalidad castigadora por hechos que le había sucedido. Al lado caminaba una chica más joven que alegaba querer ser mala para castigar a otros jóvenes rebeldes. Entonces, la miré y le dije, pero si tú tienes cara de buena persona por qué quieres ser mala, eso no va con tu naturaleza, eso te perjudica. Los jóvenes quieren demostrar que deben ser respetados pero el camino de la grosería, malas acciones o intenciones castigadoras no benefician para nada. Alzar la voz o la mano, mostrarse duros, nunca eleva a la persona, al revés, cae a un nivel muy bajo de existencia.

Ser malicioso es el peor oficio que una persona pueda tener, buscar hacer daño intencionadamente es una profesión muy en uso, dedica más tiempo a la ofensa que a la inteligencia es un paso atrás que vuelve con malas consecuencias. 

Estamos hablando de no aceptar situaciones que no son saludables, tratar de filosofar sobre la aceptación de la adversidad, resignarse, y tal y tal, son conceptos puramente mentales, pero el sistema nervioso no entiende de moralidad ni de filosofías orientales, el impacto del estrés es algo físico y se queda; la alteración que produce tragarse el estrés del malicioso es un impacto físico, los músculos se contraen, se producen cambios estructurales y materiales en el sistema nervioso. Las buenas respuestas y buenas intenciones siempre son recomendables, aunque la pose mental basada en creencias orientales no evita un aumento de las hormonas del estrés.

Con naturalidad apartemos esos ‘paquetes’ que por un lado u otro nos quieren colocar en el camino. Ciertamente hay un efecto de reacción a la crispación cuando el propio sistema nervioso está crispado, por eso conviene cuidarlo mucho.

Alimentarnos con aquellos productos del campo ecológico que producen orden en nuestro cuerpo y mente es la alimentación más natural. Por otro lado el efecto de desorden que producen ciertos alimentos porque la procedencia no predominó el equilibrio y fueron sacrificados con el impacto de estrés que eso produce en la propia sangre del animal, por eso comer carnes pueden aportar nutrientes, pero también aportan alteración al propio sistema nervioso humano.

La pólvora no explota si está mojada, tener el sistema nervioso bien cuidado mediante una sana alimentación y una práctica diaria en el arte de trascender la mente, ayudará mucho, pero si el efecto desequilibrante es constante llegará a modificar el sistema nervioso. A menos que se esté establecido en la Conciencia Pura, que el sistema inmune funcione perfectamente tanto a nivel físico como mental, evitará que la chispa no prenda.

Comamos aquello que nosotros deseamos comer y no nos traguemos aquello que otros vomitan desde sus intereses. Así de fácil.

Las piedras no las comemos, pero tampoco lapidamos al enfermo que las traía, hay que desterrar la enfermedad solamente. Al maligno no deberíamos desterrarlo o encerrarlo, hay que desterrar la maldad.

Nerja, 16 de Marzo de 2025.-

✍️José Antonio Cordero

Director de BIOesVEDA
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